David Pereira
La gran mayoría de estos centros productores se establecieron al Este y Noreste de la cordillera oriental y sus ramales conocidos como yunga o pie de monte, aprovechando las condiciones medio ambientales y ecológicas apropiadas como agua, temperatura, calidad de suelos, características topográficas y muchos otros factores adecuados para la producción cocalera.
Algunos de estos centros productores de hoja de coca, especialmente desde la época colonial, cobraron notoriedad por su alta productividad e impacto económico repercutiendo en beneficio de pueblos aledaños cuyos beneficiarios desplegaron emprendimientos organizativos y logísticos para producir e incrementar la producción cocalera y su distribución.
Nombres como Totora, Tiraque, Colomi, Pojo o Pocona con sus respectivas zonas cocaleras conocidas como Yungas de Vandiola, MachuYunga o Chuquioma, Yungas de San Rafael, Yungas de Pojo, Cocapata y muchos otros, empezaron a resonar y brillar por su prosperidad económica emergente de los ciclos productivos de la hoja de coca.
En la actualidad, si bien muchas de dichas zonas productoras “tradicionales” cochabambinas están reconocidas en el marco de la vigente Ley 1008, al presente el gobierno de la nación presidido por el Presidente Morales Ayma viene preparando la promulgación de la nueva ley de la coca que sustituiría/modificaría la Ley 1008.
En dicha nueva ley de la coca, según el ViceMinistro de Defensa Social y Sustancias Controladas Felipe Cáceres, se prevé ampliar la producción de hoja de coca de 12.000 a 20.000 hectáreas y que de esa cantidad, 12 mil hectáreas estarán en Los Yungas de La Paz, 7.000 en el Chapare y 1.000 en las zonas de Caranavi, Apolo, Murillo y Muñecas del departamento de La Paz. La nueva norma establece además que sólo se permitirán cultivos de coca en zonas legalmente establecidas (Opinión 4/9/2016).
De estas declaraciones se puede deducir entonces que las “zonas tradicionales” productoras de hoja de coca de Cochabamba no estarían incluidas en la nueva ley de la coca y por lo tanto podrían convertirse en ilegales. Duro revés para las “zonas tradicionales” cocaleras cochabambinas, no sólo por el impacto que tendría en los productores justo en el momento en que se perfilan las posibilidades de promover la coca orgánica, es decir, hojas de coca certificada y sin tóxicos tanto para el creciente mercado nacional como para exportación.
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