viernes, 11 de agosto de 2017

La nueva Ley de Coca invisibiliza la región de los Yungas de Vandiola como Zona Tradicional Productora de Hoja de Coca




                                                                    Por: David M. Pereira Herrera

Es ampliamente conocido que desde las épocas precolombina, colonial y republicana de la historia de Bolivia, han existido diversas zonas productoras de hoja de coca conocidas como “zonas tradicionales”, precisamente por su constante actividad productiva dirigida a los consumidores acullicadores de las ciudades, campesinos, centros mineros y otros.

La gran mayoría de estos centros productores se establecieron al Noreste y Este de la cordillera oriental y sus ramales conocidos como yunga o pie de monte, aprovechando las condiciones medio ambientales y ecológicas apropiadas como agua, temperatura, calidad de suelos, características topográficas y muchos otros factores adecuados para la producción cocalera.

Es más: sostienen los investigadores que esta franja o nicho ecológico conocido como yunga, emplazado entre los 2500 y 700 msnm., fue el hábitat original donde se inició el proceso de domesticación de la hoja de coca destinada el acullico junto a otros cultígenos nativos propios de dicho entorno, alrededor de los tres o 1 Docente universitario e investigador de la Plataforma Coca Orgánica, Libre e Informada (COLI) 2 cuatro milenios antes de la era cristiana. El botánico Martín Cárdenas en 1969, citando al investigador Rusby, acotó que la coca cultivada es una forma hortícola de una especie silvestre ya extinta.

Para el caso específico de Vandiola y alrededores, las investigaciones históricas y arqueológicas revelan claramente que fue zona tradicional cocalera desde el incario, y tal vez antes, articulada a la provincia de maicera y cocalera de Pocona durante el Tawantinsuyu.

 A partir de la época colonial la historia de la coca empieza a tomar otros rumbos. Muchas de estas zonas tradicionales empezaron a resonar y cobrar notoriedad por su alta productividad e impacto económico, repercutiendo en beneficio de pueblos aledaños ubicados en los valles y tierras altas, cuyos pobladores indígenas y españoles desplegaron emprendimientos logísticos y organizativos para producir e incrementar la producción cocalera y su distribución.

Nombres como Totora, Tiraque, Colomi, Pojo o Pocona con sus respectivas zonas cocaleras conocidas como Yungas de Vandiola, Arepucho, MachuYunga o Chuquioma, Yungas de San Rafael, Yungas de Pojo, Cocapata y muchos otros, empezaron a brillar por su prosperidad económica emergente de los ciclos productivos de la hoja de coca, consolidándose en la memoria histórica e identidad regional cochabambina como zonas tradicionales. 

Al presente, con la nueva Ley de la Coca, promulgada el año 2017 por el Presidente cocalero Evo Morales, todos estos yungas cochabambinos quedarían excluidos y no reconocidos como zonas cocaleras legales. 

Parecería que en el nuevo mapa de la coca legal de Bolivia, los sectores productores de los Yungas de La Paz y Chapare Cochabamba que producen coca a gran escala en miles de hectáreas pero contaminada con potentes agrotóxicos y sin aportar a la economía nacional, imponen una suerte de monopolio total de la producción, eliminando zonas pequeñas y tradicionales que históricamente han provisto coca para el acullico. 

Injusta y contradictoria la situación para Vandiola que – de no modificarse el reglamento en la nueva ley- quedaría invisibilizada o minimizada como zona tradicional cocalera de los yungas de Cochabamba cuyas comunidades campesinas sentirán el efecto de esta situación. 

Duro revés también para los acullicadores justo en el momento en que se perfilan las posibilidades de promover la coca orgánica, es decir, hojas de coca certificada y sin tóxicos tanto para el creciente mercado nacional como para exportación.

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