jueves, 23 de marzo de 2017

Enfermedades en el cultivo de coca y uso de agroquímicos


CARLOS CRESPO
OPINIONES DESDE EL CESU
Publicado el 22/02/2017


En julio del año 2013 una comisión de productores del trópico de Cochabamba visitó el laboratorio de Fitopatología de la Facultad de Ciencias Agrícolas y Pecuarias (FCAyP), llevando muestras de hoja coca contaminadas con una enfermedad poco conocida hasta ese momento: las hojas de las plantaciones de la coca se caían y la planta empezaba a secarse. La amenaza se extendía desde Villa Tunari hasta Entre Ríos, casi hasta el límite con el departamento de Santa Cruz.

Luego de visitas de campo y análisis de laboratorio se identificó la plaga como una variedad del hongo Fusarium, enfermedad muy conocida en la región altoandina por sus efectos devastadores en cultivos como la papa y las flores. El seguimiento permitió descubrir además dos enfermedades que también están atacando a la coca, la antracnosis y el llamado “lliph’i”, evidencia de una grave crisis ecológico productiva en los sistemas de producción donde la coca es el pilar. El Fusarium fue controlado con un tratamiento en base a agroquímicos convencionales, aunque la amenaza persiste.


El trabajo asimismo permitió identificar que la causa principal para la aparición de estas enfermedades está relacionada no sólo con el monocultivo, sino con el uso indiscriminado e intensivo de agroquímicos en el ciclo productivo de la planta de coca. De hecho, se ha evidenciado la aplicación indiscriminada de productos considerados altamente peligrosos para la salud humana y la naturaleza, incluyendo aquellos prohibidos por convenios internacionales. Productos como el Tamarón, Gramoxone o Folidol, son de uso común en el trópico cochabambino, sin que las autoridades sanitarias hayan hecho algo al respecto.

Un ejemplo es el Bazuka, un potente herbicida utilizado sin medida ni clemencia por los productores de coca desde por lo menos el 2007; en realidad es el nombre comercial del Glifosato, como se sabe el herbicida parte del paquete de la soya transgénica cultivada en Santa Cruz, cuyos terribles impactos sobre la salud humana y la naturaleza recién están siendo identificados.

El tema se complejiza si tomamos en cuenta las condiciones higiénicas con las que se consume la coca en el país, prácticamente tal como fue cosechada, secada --expuesta al sol, sin protección-- y embolsada, sin ningún tipo de limpieza o lavado previo. Los acullicadores de coca fumigada se están envenenando masiva y lentamente, sin darse cuenta; y ésta puede venir del Chapare o Yungas de La Paz, en general totalmente contaminadas. Pero también los productores están siendo afectados en su salud por los agroquímicos que utilizan, desde insecticidas, herbicidas, hasta fertilizantes foliares; es común por ejemplo mezclar productos para dar “más fuerza” a la fumigación. Lo trágico es que ni siquiera están estudiados los efectos sobre la salud humana, menos sobre la naturaleza.

Hasta ahora el Estado plurinacional ha hecho muy poco por enfrentar la problemática, por el contrario, pretende exportar e industrializar la hoja de coca contaminada con agroquímicos. El proyecto oficialista de ley de hoja de coca ignora a la coca saludable. Ningún atisbo de una estrategia de promoción de coca orgánica o ecológica. Casos aislados como Villa Tunari donde hay productores de coca orgánica, apoyados por la Alcaldía o Vandiola, organizados en una federación, son la excepción que confirma la regla. Tampoco las organizaciones sociales cocaleras tienen un interés proritario por el tema.

El uso de agroquímicos en el cultivo de la coca y sus efectos ambientales y de salud, demanda una discusión honesta y transparente de todos los actores involucrados, donde el Estado sea uno más, sin buscar imponer un discurso oficial, como hasta hoy. Alternativas como la despenalización de las drogas blandas, la implementación de sistemas de producción de coca ecológica como criterio de erradicación y su transformación industrial, o la introducción de límites ecológicos a la producción cocalera, deben ser tratados en escenarios autónomos y plurales.

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